martes, 22 de noviembre de 2011

Mátame

Los dos sabíamos,
que iba a ser doloroso.
Los dos sabíamos,
que era un mal trago,
a última hora de la noche,
que podíamos haber rechazado.
Pero los dos sabíamos,
que era algo necesario.

Nadie dijo que fuera fácil,
pero llevábamos ya
demasiado tiempo dando tumbos,
yo mostrando mis palabras en el alambre,
intentando mantener el equilibrio.
Tú  observando desde el columpio,
cogiendo impulso entre verdades.
Yo tensando la cuerda de este arco,
frío y distante,
apuntándote a la cara.
Tú, a pecho descubierto,
orgullosa y desafiante,
gritándome ¡Dispara!

Cuando la fría carpa del odio
nos amparaba, cerré los ojos,
até un adiós a la flecha,
y disparé.
Disparaste tú también,
mientras el público aplaudía,
era el fuego cruzado
de los que se han cansado,
del más difícil todavía
como monotonía.